Bajo cero

Mientras el caldo hervía, se fueron empañando las ventanas: Ese fue el milagro más lindo. El segundo milagro fue el aroma que cubre por dentro, que sacia el hambre por si mismo y que aununcia el descanzo de las horas... pasan lentas, lentas.

Bajo cero me doy cuenta que aún arde el alma, que todavía el fuego resplandece y sobre él están las delicias de una mujer antigua. Cocinando, esperando con una taza humeante, el azúcar de un pan y una cobija que nunca acaba de dar un abrazo casi humano.

...y estos dedos helados desean esconderse en las bolsas de abrigos ajenos.

El tercer milagro fue el silencio, que se hace grande, grande. Lo envuelve todo con su paciencia eterna, hasta los pájaros callan entre parpadeos sordos.

Qué dicha en este día como si fuera el último! Con el cabello alborotado, encontrando alguna gracia en estos zurcos que el azar puso bajo mis ojos y esta piel tan agradable. Qué aroma tan dulce es el propio, pasando inadvertido por el tiempo!

Qué frío es aquel viento del desiero! Qué frío el aire bajo mi techo! Pero frío nunca en mi corazón, nunca frío.